Aviñón

Aviñón

Los orígenes de la ciudad de Aviñón remontan a la prehistoria. Ya en el siglo VI antes de Cristo, el nombre de Aviñón aparece por primera vez en los escritos de Artemidoro de Éfeso.

Aouenion – ciudad de viento violento o señor del río según las interpretaciones – era entonces una colonia de focios que desembarcaron en Marsella y comerciaron remontando el Ródano.

La tradición atribuye la evangelización de Aviñón a santa Marta quién habría hecho construir sobre la roca de “Doms” un oratorio dedicado a la virgen María. Está comprobado que el cristianismo se implantó precozmente en esta ciudad, lugar de paso para los comerciantes y los soldados que iban y venían contornando el mediterráneo. El primer Obispo de Aviñón del cual quedan restos históricos ciertos fue Nectarius (439).

En 1185, la construcción del puente san Bénézet – el famoso puente de Aviñón – hace de la ciudad la capital de la región de “midi” y un lugar privilegiado de comercio y trueque. En 1309, el papa Clemente V se instala en Aviñón e inaugura una época propicia que establece la fama de la ciudad. Siete papas auténticos residirán en el palacio episcopal, y después en el palacio de los papas completado por Clemente VI a mediados del siglo XIV. La arquitectura, la pintura, la música, la vida intelectual y la cultura se beneficiarían en gran medida del paso de los papas por Aviñón. Los artistas más famosos de la época pusieron su talento al servicio de los pontífices. Aún hoy, la herencia cultural de la presencia de los papas en Aviñón atrae turistas durante todo el año. De hecho, el palacio de los papas, clasificado como patrimonio de la UNESCO, recibe más de medio millón de visitas por año.

Esta cima histórica de la cristiandad es el cuadro en el cual se inscribe el proyecto de construcción del seminario diocesano “Redemptoris Mater”. Situado a una decena de minutos del casco histórico de Aviñón, este edificio no tiene solamente una vocación de culto, quiere inscribirse en el patrimonio de la ciudad tanto por su estética como por el hecho de ser un lugar de acogida y de afluencias culturales.